Hablemos de Depredador 2, de Stephen Hopkins (1990)

 Cuando hace mucho calor, él aparece. Así que, ¿por qué esperar más para reseñar la secuela de la película de acción y terror por antonomasia? ¡Vamos a ello!


Es muy complicado hacerle una secuela digna a Depredador, la cual es una película que, para crearse, tuvo que ser epicentro de una serie de características muy concretas: desde una elección de actores muy específica hasta un director que supo hacer lo que había que hacer en una situación complejísima y contra todo pronóstico, un diseño muy cuidado y una habilidad maestra para saber cómo explotar sus carencias y volverla ventajas sorteando muchos y variados problemas. Depredador, en resumen, es una película que vomita carisma por todos los poros de su piel y que vuelve terriblemente dura la tarea de crear una secuela, dado que el carisma es algo mucho más complejo de escribir. Aún peor en el cine, donde gran parte de este depende de los actores. No obstante, para esta segunda entrega, si bien no estamos ante una maravillas de inventiva como la secuela de Alien, sí que nos vamos a encontrar una obra bastante decente.

El primero de los aspectos que pueden llegar a preocupar de la cinta es el hecho de que no sea una secuela directa. El reparto de la cinta original parece completamente insustituible. No obstante, el trío protagonista conformado por Bill Paxton (el único hombre asesinado por el depredador, el xenomorpho y el terminator) y María Conchita Alonso y cerrado por un siempre molón Danny Glover aguanta sorprendentemente bien el tipo. Es, además, lo suficientemente inteligente como para saber que su carisma no puede equipararse a la original, al carecer de un reparto tan único por lo que trata de buscar su propia personalidad, encontrando así una molonidad ( palabra que debería estar incluida en la RAE ) muy respetable. De hecho, la película, aunque no la manera tan marcada como la primera, tiene ese aire macarra que Glober aguanta como un campeón, casi salido de Arma Letal (otra vez).

Bill (que aquí juega al golf) y María (que aquí está muy enfadad siempre).

La historia carece de la simpleza magnífica y perfectamente pulida de la primera, donde un grupo de los tíos más duros que existen son cazados una uno por un alienígena, sin embargo consigue captar esa esencia y no irse demasiado por las ramas, hundiéndose en una especie de violencia salvaje mucho más cruda que la de la primera. Esto añade a ese ritmo y estilo tan macarras que tiene y que le viene de perlas para crearse una propia personalidad. Es muy sólida, siendo consciente de la importancia que tiene la personalidad de sus protagonistas, no tanto así un desarrollo profundo que no tiene ni busca en ningún momento. Quiere darnos testosterona en vena, sangre y monstruos; y es lo que nos va a ofrecer, sin que por ello deje de lado el hecho de que nos preocupemos por nuestros personajes. Es una historia compacta que si bien se siente con algo menos de acción que la anterior, no hace que baje el ritmo para nada (ni la calidad de la misma cuando aparece), gracias a una investigación de corte muy frenético a un principio y un final verdaderamente explosivos y a una ambientación genial.

Y es en este último punto donde creo que esta secuela es capaz de mirar de tú a tú a la original. Ese ambiente sobrecargado, caluroso y lleno de contaminación y criminalidad urbanitas lleno de bandas psicopáticas y semi-religiosas hace que nos metamos muchísimo más en la cinta. Esa sensación de que nos sumergen en la historia desde el primer momento es algo increíblemente importante que no muchas películas consiguen.

Hanging out with the boys

El yautja de esta cinta es, quizás, el más importante de toda la saga, dado que tiene el diseño por el que terminaríamos reconocerlo, con una especie de versión mejorada del anterior, con mucha más armadura más tecnología y armas más locas y brutales, creando una criatura que se siente como su propio ente sin por ello abandonar las ritualísticas y el extraño honor que rodean a estas criaturas. Es un monstruo muy duro que demuestra hacerlo incluso sin su tecnología y que deriva en el combate final más increíble de todas las sagas depredador. El esmero y dedicación en seguir usando efectos especiales tradicionales y relegando al CGI solo aditivos hace esa película algo enormemente reivindicable.

Quizás uno de los aspectos más destacados de esta cinta sea su legado, dado que, si bien la primera la considero mejor película, esta es la que sienta las bases de la saga y de la criatura tanto dentro como fuera del cine. Y hablo desde un nivel estético y de ritmo hasta uno de historia y ambientación, sin olvidar su tono comiquero qué referencia tanto a ese medio (de importancia cabal para esta saga y su hermana adoptiva xenomorfa), que acabaría plantando la semilla de lo que sería su gran enfrentamiento contra el enemigo acérrimo de Ripley en el cine. 

Estamos ante una cinta que, si bien no tan buena como su predecesora, sabe coger lo suficiente como para no perder su esencia e inventar desde ahí creando una obra más que notable.

PUNTUACIÓN: 💀💀💀💀 (muy buena)


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