Hablemos de Carnivale, de Daniel Knauf (Temporada 1//2003)

¡Buenos días! Hoy os traigo esta reseña de la primera temporada de la serie de terror y religión de Daniel Knauf. Vamos a ello.


    Bueno, vamos con nada más y nada menos que una de mis series favoritas de todos los tiempos, una obra maestra de dos temporadas engarzadas entre si con maestría donde poco a poco nos sumergirán en una trama profunda, simbólica, atrayente y bestial.

    Para empezar vamos con uno de los ejes centrales de la serie: el misterio. Todo es extraño, onírico y recóndito en esta obra. Todo sugiere otras cosas o parece ocultar más de lo que cuenta. La propia trama principal es prueba de esto, pues no tenemos claro prácticamente hasta la segunda temporada de que va. Después cada personaje parece siempre estar ocultando algo, todos parecen enterarse más de que va todo. Todos menos tú, espectador. Sabes que hay algo muy grande cociéndose, sabes que hay mil subtramas chiquititas moviéndose a la vez: las pesadillas sobre el tío del tatuaje del árbol, la casa de pobres del sacerdote, quien es el patrón, los planes con el chico del ciego hijo de puta y mil mierdas más. Pero la serie va a pedir de ti paciencia. No te lo va a soltar todo, de hecho los dos o tres primeros episodios te darán una sensación casi de mareo de todas las cosas que deja intuir pero que no cuenta.

    Sin embargo la serie, al igual que dios, provee y va desgranando lentamente su historia y a sus personajes, al igual que el folklore de ese mundo que monta, que ahora voy a ello. Te mantendrá enormemente interesado, como si te diese las cucharaditas de dulce miel justas apra continuar interesado epro nunca suficientes como apra que satisfagas tu hambre (no hasta el final, por supuesto). Si eres atento, estarás recibiendo información nueva casi todo el rato en cada capítulo. No es una serie para espectadores pasivos, pero si abres bien los ojos y los oídos se asemeja mucho a jugar a un demencial juego de detectives sobrenaturales.

    Ahora vamos con uno de los puntos más fuerte de la serie, que son sus personajes. En Carnivale, aunque nos centraremos en Hopkins y Crowe, el hijo del bien y el hijo del mal sin especificaros cual es cual, hay montones de personajes más. La inmensa mayoría serán los freaks del Carnivale, pero también habrá otros. Todos, como os decía antes, no solo ocultarán cosillas si no que además tienes historias propias, algunas más sobrenaturales que otras, que resultaran sumamente jugosas. Además, no tardaran mucho que crear subtramas entre ellos, lo cual ayudará a desarrollarlos y añadirá frescura constante al verlos interactuar. Todos son gente un poco rara, con lo cual tratar de discernir su desarrollo será el doble de entretenido.

Muchos personajes, pequeños en el gran esquema de las cosas.

    Después esta el mundo que al serie se monta, ricamente ambientado y tan tenebroso e interesante como el resto de cosas de esta puta maravillosa serie. En este sentido, y os voy a sacar una comparación bastante rara, me recuerda a la novela de American Gods (2001), del maravilloso Neil Gaiman. En ambos se respira una atmósfera desesperada y árida, de lugares donde la magia solo queda de manera residual, de personajes que antes eran algo y ahora solo son sombras retorcidas, abyectas y famélicas de su gloria pasada. Lugares abandonados, antaño vergeles de algún poder o virtud y entidades oscuras que se ocultan en las largas sombras de la propia humanidad, preparadas para retorcerla y alimentarse de ella como sanguijuelas. De hecho, incluso los propios protagonistas, los feriantes, son un poco eso. Un circo de freaks con poderes misteriosos jugando con la incredulidad de la gente para creerse que sean ciertos y la credulidad de los mismos para estafarlos. Desde el misterioso patrón hasta la conexión de Samson con esa introducción, el pasado de Hopkins o los poderes de la madre de Sophie. Eso sin entrar en los pueblos y las gentes que se van cruzando, como el inolvidable Babilon, que aun guarda un lugar especial en mis peores pesadillas. Todo en Carnivale va desmoronándose v pudriéndose como resultado de la catástrofe que fue la Primera Guerra Mundial y preparándose para la segunda, que extiende su larga sombra sobre todos, cada vez más presente. Esto ultimo es, además, el eje central de esta milenaria lucha del bien contra el mal que nos presentan ya desde muy el principio de la serie.

    Y es que el bien y el mal son dos conceptos claros y difusos a un tiempo en Carnivale, aunque sin duda de crucial importancia. Ya nos lo dice Samson en el principio del primer capitulo: cada generación nace un hijo de la luz y un hijo de las tinieblas. Sabemos que uno es Hopkins y otro es Justin, averiguar quien es quien estará en nuestra mano. La idea del bien y mal tiene una fuerte inspiración cristiana desde el minuto uno. Hay muchas obras que toman ese marco como una ambientación, como un escenario y unas bases sobre las que trabajar, como Legión (2010) o El día de la bestia (1995), por nombrar las dos primeras que se me vienen  a la cabeza. Esta serie, no obstante, abraza esa mitología y la vuelve parte de su narrativa, tanto al más obvia como la más disimulada. Desde escenas calcadas de la Biblia o frases directamente sacadas de la misma (aunque un poco reinterpretadas) hasta referencias de lugares, nombres de personajes,etc. En esta primera temporada es más discreto, al menos en la mayoría de casos, si lo comparamos con la segunda temporada.


¿Henry Scadder?

    Quizás la mayor pega de la serie es un ritmo algo lento y con una trama tan oculta que a veces se vuelve verdaderamente críptica, cosa que no hace más que señalar el ritmo. Aunque, en mi opinión, los episodios no son muy largos y su historias entrelazada y sus personajes dejan completamente hipnotizados. Juega con el espectador a que trate de adivinar que es lo que no te están contando, a que montes tu sobre su folklore con la información que tienes y la que puedes unir de tus conocimientos de nuestro arraigado cristianismo en un deliciosos juego de sugerir y jugar con las preconcepciones del publico. Es absolutamente glorioso y llega a entretener mucho, aunque hay que reconocer que es un juego al que hay que estar dispuesto a entrar, no es una serie para ver como el piloto automático.

    Otro gran punto a favor de esta serie es su dirección. Sabe crear momentos febriles y lisérgicos, de los que está llena a través de las pesadillas de sus dos protagonistas. Muchas veces la cámara parece hablar un idioma propio, sugiriendo conexiones sin la necesidad de verbalizarlas o señalarlas de manera obvia. Además, trucos como oscurecer la pantalla cuando Justin se enerva o como se plantea el capitulo de la tormenta, cosas que no hacen más que añadir a la atmósfera.  Esta llena de pequeños recursos que vuelven su narrativa, más tranquila y sosegada en esta primera temporada, mucho más apasionante. Para ejemplo, una de las mejores escenas de la temporada:


    Esta escena es, además, la maravillosa prueba de el nivelazo de los actores, los cuales comunican con una mueca o una mirada muchísimo. Destacar al protagonista de la anterior escena, Clancy Brown, que desde Los inmortales (1986) no lo veía tan desatado. Añaden ellos mismos capas de profundidad a sus personajes, en un reparto muy bien escogido y que se complementa a la perfección, pasando de momentos delicados a verdaderos monólogos llenos de poder como el que os acabo de mostrar.

    La conclusión es clara, la primera temporada de Carnivale es una de las mejores cosas que le ha pasado  al televisión en años, sobretodo si sois capaces de meteros en su perverso juego de luces decadentes y sombras confusas.

    PUNTUACIÓN: 💀💀💀💀💀(sobresaliente)

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