Hablemos de Tiburón, de Steven Spielberg (1975)

Buenas a todos, hoy vamos a hablar de este clásico del terror, del cine en general. Un tiburón asesino, gestión negligente y lobos solitarios. Vamos a ello.


    Estamos antes uno de esos clásicos de la época más terrorífica de Spielberg, coronándola junto a El diablo sobre ruedas (1973). En general, las películas del tipo animales-matando-gente-porque-son-animales-peligrosos (sin entrar en el subgénero aun más pulp de serie Z consistente en animales-asesinos-que-no-te-esperabas-que-pudiesen-serlo) suelen ser películas poco apreciadas por la crítica. De media, la gente suele considerar estas cintas opciones facilonas, terror de sangre y gritos y excusas baratas para meter chicas en bikini (ay, benditos slasher). Y lo peor es que tampoco puedo negárselo del todo. Hay decenas de ejemplos, la mayoría de ellos bastante actuales, que son pruebas vivientes de este fenómeno, blockbusters medio pornosos y desinspirados que usan cualquier excusa para enseñar litros de sangre con personajes planos y llenos de momentos poco trabajados, tensión nula y estructura artificiosa. No me malinterpretéis, la mierda esta de que hoy en día no se hacen buena películas de terror me parece la estupidez supina más colosal del mundo, nada más que este subgénero tan concreto Crawl (2019) y A 47 metros 2 (2019) ya demuestran que es mentira (repito, solo en este subgénero). Sin embargo, esta vez entiendo a la crítica y por ello y por ser un 
género que me suele gustar, me parece interesante traer a coalición Tiburón.

    Tiburón no es ni de lejos al primera, mucho antes tenéis La araña (1958), Tierra de alimañas (1966) o, ya puestos, la archiconocida obra de Hitchcok Los pájaros (1963), sin embargo restar importancia a esta cinta sería un error capital que no pienso cometer. Su estructura ha sido harto imitada, aparte de traer a coalición al tiburón, que es probablemente el animal más utilizado en este tipo de cintas, desde todos los shark exploitation hasta la larga ristra de secuelas, a cada cual peor, de esta cinta. De hecho, los chicos del fanzine From outer space hicieron en uno de sus números una reseña colosal de (si no recuerdo mal) casi 50 películas, como ellos las llamaban, hijos bastardos de tiburón. Esta película fue un disparo de apertura para a la carrera de los animales asesinos de una manera brutal y que, a día de hoy, sigue haciendo las delicias de los directores de terror de la más clara serie Z como su subgénero predilecto, desde Pirañaconda (2012) hasta Mandíbulas contra anaconda (2015), por nombrar algunas de las más célebres. Y es interesante y algo positivo que esta cita aportó, yo creo, dando un pequeño nicho para gente más nueva y con menos medios. Y todo esto sin haberos hablado de la película en si. Así que dejémonos de legados, ¿os parece?

Esos negro ojos...

    Tiburón cuenta con una trama sencilla (que por ello no simple) que funciona a las mil maravillas. Es un esquema que, a día de hoy, hemos visto muy repetido: un tiburón asesino ronda las costas y un sheriff avispado trata de cerrarlas para tapar al animal pero un alcalde hambriento de dinero se niega. No obstante, aquí está llevado con suma elegancia. Los personajes están tratados con mucha más sutileza de lo común en el género y esto causa que podamos entender sus reacciones. Vamos viendo al protagonista como un hombre acostumbrado a la acción en un pueblo pequeño y con tendencia a preocuparse y quizás este exagerando. Incluso el alcalde, el típico avaricioso unidimensional, aquí tiene una frase que me hiela la sangre. Cuando el protagonista va enfrentarle después de que, al desoír su consejo, el tiburón mate a un niño, el alcalde lo mira con el rostro descompuesto y le dice: Mis hijos también estaban bañándose, sheriff. Hasta ese punto estaba convencido de que no sería para tanto. Te hace empatizar con él, creer que lo movía algo más. Son esos pequeños detallitos los que van elevando esta película.

    Además, la historia viene adornada con momentos de terror muy puros. Ni siquiera en cintas más dadas a muertes sangrientas como Jurassic Park (1993) Spielberg da muertes como estás. La muerte del caza tiburones es una larga agonía, Un tira y afloja de tensión que trata de hacernos dudar hasta el ultimo instante si se librará o no. Sin olvidar, como elemento nada superficial, que el tiburón mata a un niño delante de la multitud. A mi me pareció un golpe de efecto muy efectivo por parte de Spielberg. Además, aunque la historia tiene un ritmo rápido, Spielberg tampoco se tropieza con sus propios pies y va andando el camino con tranquilidad, parándose si es necesario y alejando la atención del tiburón en muchas ocasiones (No aparece realmente tanto) para aumentar el impacto cuando este aparezca y centrarlo de mientras en una tensión igualmente potente que sigue teniendo al tiburón como eje central del conflicto (como cuando se cuelan para abrirle la panza al tiburón). Es una idea muy buena para así conseguir que el monstruo no se coma el protagonismo de los personajes y queden igualados como protagonista-antagonista.

Vamos a necesitar un barco más grande.

    Porque los personajes aquí tienen mucho peso. Todos tienen muchísimo carisma y están tan bien actuados que brillan incluso los que menos salen (aquí destaco a la mujer del sheriff). Tiene un tipo de personaje muy concreto que si es raro de encontrar hoy en día en el cine, una especie de tipos duros, callados que tratan de hacer lo que pueden con lo que tienen, que han visto mucho y sufrido más pero eso no los amedrenta. Son tipos duros de una muy vieja escuela. Son un concepto refrescante a día de hoy y con un atrayente innato. Mi favorito siempre será le cazador de tiburones, personaje predilecto del propio Spielberg cuyo esquema queda grabado en muchas de sus cintas, desde el cazador de Jurassic Park tanto 1 (1993) como 2 (1997) hasta Salvar al soldado Ryan (1998), por nombrar algunas. Un tipo duro, recio y atormentado, un especialista. Un esquema interesante igualmente atrayente hoy como lo era entonces.

    Y eso sin hablar de la poderosa atmósfera de tensión que nos crea. Hasta muy avanzada la cinta no llegamos a ver al tiburón e, incluso entonces, apenas lo vemos bien hasta los últimos 10 minutos. Esto, masterclass para cualquier monster movie que se precie, es una manera genial de crearnos incertidumbre sobre la criatura (aunque en este caso sea un animal que todos sabemos como es, sigue siendo efectivo). Planos realmente bien metidos, como este en el que sentimos la horrible revelación del sheriff al darse cuenta que la playa llena de niños nada un tiburón gracias a ese legendario zoom in desenfocando el resto que causa tanto mareo. Y de mareo va la cosa, con esa dirección tan estomagante cuando el tiburón ataca el barco y este empieza a hundirse y nos hace sentir esa misma sensación de plataforma inestable con una certeza pasmosa.

Ya me marcho de aquí linda dama española...

    Si a todo eso sumamos un animatrónico excelente (que Spielberg llegó a odiar por su mal funcionamiento), una de las BSO más legendarias del cien en general y del de terror en particular pues tenemos una cinta prácticamente redonda, directa y terriblemente tensa.

    Una maravilla y ya está.

PUNTUACIÓN: 💀💀💀💀💀 (sobresaliente)

Comentarios

  1. La vimos hace una eternidad (sí, los años que uno acumula son los que son, jjaja) y ahora realmente me gustaría volver a ver. A ver si nos cruzamos con esta joya en algún momento.

    HemosVisto!

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    1. Yo también hacía años que no la veía pero, cuando la revisioné para la reseña, me sorprendió gratamente. Es todavía mejor de lo que la recordaba, de verdad.

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