ESPECIAL - 5 AÑOS DEL FALLECIMIENTO DE CHRISTOPHER LEE

Hoy conmemoramos en este blog el fallecimiento, aún reciente en mi corazón, del hombre que más moló de la historia del molar: Christopher Frank Carandini Lee
    Soy una persona amigable, cualquiera que me conozca lo sabe. No me gusta meterme en líos, trato bien a la gente, la ayudo si puedo. No soy ningún santo, de ningún modo, pero hago lo que puedo con lo que tengo y no me gusta tratar mal a la gente. Esto no hace que tenga muchos amigos pues, a pesar de todo, también soy enormemente selectivo. No me da miedo el tiempo en solitario, así que mis amigos se pueden contar con los dedos de una mano e, igual, te sobra alguno. Ser selectivo con la gente con la que estoy y con propio tiempo libre, a la larga, me ha hecho más feliz y completo como persona. Soy selectivo porque valoro mi tiempo y considero que soy una persona guay. Y lo soy porque trato de parecerme a Christopher Lee.

    Decir que admiro ea este hombre es poco. Christopher Lee fue un tipo impecable en sus noventa y tantos años de vida, un tipo con el que hubiera merecido la pena juntarse, un hombre con el que hubiera merecido la pena pasar el tiempo. Valoro mucho mi tiempo, ¿lo sabíais? Por eso, tal vez, soy muy selectivo. Creo que lo que haces con tu tiempo te tiene que aportar algo, aunque sean tan solo unas risa o un rato desinhibido con un amigo, tomando una cerveza o un zumo de piña. Y lo hago porque yo trato de aportar, yo trato de llegar a ser una persona lo más completa e integra posible. No solo buena, sino interesante y con cultura y mundo. No por los demás, sino por mi. Y eso es algo que siempre he admirado del señor Lee.

    Yo lo conocí en el Señor de los Anillos, como el terrible mago Saruman. Recuerdo, siendo yo pequeño, quedar impresionado por como un señor tan mayor podía imponer tantísimo respeto. No era una bruja malvada, no daba miedo por torcido y verrugoso. Era respeto, como un padre severo. Era poder, era escalofriante si se lo proponía usando tan solo su mera presencia, sin necesitarlo para que te callases y escuchases lo que tenía que decir. Y obedecieses. Recuerdo, como si fuera ayer, mi escena favorita de la trilogía. No es la mejor, pero se me quedó clavada con tanta fuerza que no la puedo expresar. Fue esa de la primera película, cuando la compañía atraviesa el paso de montaña y Saruman, con una voz que podría congelar los infiernos, convocaba tormentas sobre ellos. El viento arrastra una voz cruel, decían en la compañía. No lo sabéis bien, pensaba yo.


    A partir de entonces, fue solo cuestión de investigar y maravillarse. Cuanto más leía de este hombre, cuanto más veía, más lo idolatraba, más deseaba ser como él, llegar a ese nivel de molar, a ese nivel de verlo y decir: Joder, es que este tío ha hecho todo lo que se podía hacer y todo lo ha hecho siendo el mejor, es que es increíble. Porque no solo fue Saruman, que sorpresa la mía al verlo como el conde Dooku en Star Wars. Es un papel pequeño para él, pero igualmente se luce y le ves combatir contra Yoda, que siempre es bien. Pero es que también es Scaramaga, el mejor villano que he visto jamás en una película de James Bond, terrible como él solo. Pero es que también fue Dracula, mi Dracula favorito, cortés, escalofriante de un moto frío pero bestial, sanguinolento y atractivo, todo a la vez. Pero es que también fue Fu Manchu, en un papel misterioso y espeluznante. Siempre supo actuar con diligencia, con una inteligencia cultural y emocional enorme y una presencia siempre poderosa y notable. Y eso solo nombrando todos los papeles que son icónicos, sin nombrar sus otros muchos ya maravillosos papeles, como en The Wickerman (1973). Y todo eso no es más que la punta del iceberg.

    Christohper Lee tuvo una vida aún más impresionante fuera de la pantalla. Siendo él muy joven vio la última decapitación de Francia. ¿El ultimo guillotinazo? ¿Enserio? Pues sí. Pero es que, ¿recordáis que os dije que interpretó a Scaramaga? Bueno, pues es que era primo de Ian Fleming, escritor de las novelas originales de 007. Así, sin más. Que no suena a mucho si te paras a pensar que él es el único miembro del reparto del Señor de los Anilos que conoció a J.R.R Tolkien en persona. Pero es que fue espía en la Segunda Guerra Mundial, de un nivel tal que, ha día de hoy, muchos expediente suyos siguen siendo clasificados. De hecho, tantas putadas que les haría a los cabrones de los nazis, que cuando Peter Jackson le dijo que su actuación de la muerte de Saruman apuñalado por Grima, Lee lo miró con su acostumbrada solemnidad y le preguntó, con toda educación: ``¿Ha visto usted morir a algún hombre apuñalado?´´ Fanfarronerías las mínimas con el putísimo Christopher Lee.

    Además de todo eso, el señor Lee se movía con soltura es bastantes idiomas y acabó por ser un gran esgrimista, además de un golfista elogiado. Porque Christopher Lee, a pesar de ser uno de los actores más icónicos del cine, un mata-nazis y un tipo que se ha codeado desde muy joven con gente muy grande, era un tipo muy normal. Se casó con una modelo danesa con la compartió el resto de sus días. Una vida sencilla, la quería y ella lo quería a él y nada más. Casi de cuento. Un tipo que sabía valorar más allá de lo superficial.

    Además de todo eso, con noventa añazos, decidió donar su monumental voz, esa que hacia encogerse hasta a los más grandes, para ofrecernos un disco de HEAVY METAL bestial hasta más no poder, épico e increíble. Este disco trataba sobre Carlomagno, del cual nuestro señor Lee era descendiente (o de uno de sus allegados, ahora mismo no logro recordarlo). Os recuerdo, noventa años, cantando con esta calidad y este poderío.


    Poca gente se me ocurre que sea tan legendaria, y aún menos que, con ese nivel, hablase con el comedimiento, la honradez y la humildad de este hombre. Siempre lo admiré y siempre lo haré. Cada día trato de parecerme un poquito a él, de molar como él. Valoro mi tiempo, a la gente a la que dejo compartirlo conmigo, así que voy a tratar de hacer que valga al menos la mitad de lo que valió el de esta leyenda entre hombres.
    
    No creo que exista cielo o infierno alguno, pero espero que la tierra te esté siendo leve, viejo conocido.

    Un año más y como ese 11 que se anunció tu muerte hace cinco años, cojo una botella de hidromiel (no whiskey como la primera vez, pero creo que esta te honra más), me hecho un chupito y me lo tomo a tu salud.

    A tu salud, señor Lee, a tu salud.

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