Hablemos de El Faro, de Robert Eggers (2020)

¡Buenos días! Hoy os traigo la reseña de la recientemente estrenada nueva cinta de Eggers, que ya nos entregó la maravillosa La Bruja (2015) y que ahora vuelve con un cine aun más de autor si cabe. Vamos a ello.
    Llevaba mucho tiempo esperando esta obra y la verdad es todo lo que me esperaba y un poco más. Ahora vamos con ello. La historia es bien simple: dos fareros, un veterano y un novato, van a cuidar un faro durante 4 semanas, sin embargo este tiempos se alarga y, de por medio, comenzaran a ocurrir cosas extrañas dentro y fuera de su mente.

    Lo primero que nos vamos a quitar del medio es el blanco y negro. La decisión de Eggers no es especialmente original pero si efectiva. Grabar en blanco y negro es francamente difícil, tener una fotografía bonita o controlar la iluminación  de manera correcta es muy complicado pero esta cinta lo logra sin despeinarse. Además, añade mucho al ambiente oscuro y deprimente, al onirismo de ciertas escenas y apoya el tufo a cine expresionista alemán que esta película lleva durante toda su duración.

    El ritmo de la película me parece un punto un tanto controvertido. La primera hora de la película pasa como si fueran dos y el resto de cinta, aunque más ágil, también es un festival de lisergia que obliga al espectador a estrujarse los sesos bastante. Sin embargo, funciona. Si ya habéis visto la anteriormente mentada La Bruja sabréis que Eggers tiene un estilo muy particular de hacer las cosas. Sugiere cosas todo el rato, creándote por un lado una sensación de inseguridad enorme, como si las normas de la lógica se pudiesen romper en cualquier momento. Esta es una de las grandes capacidades de Eggers, el establecer unas normas y, después, romperlas de las formas más retorcidas y estomagantes. Quiero decir, en esta película hay una escena de una masturbación que es de las cosas más terroríficas que yo he visto en mucho tiempo. Sabe crear ese ambiente enfermizo y recrudecido, ese hedor a magia oscura y a misterio inexplicable y horripilante. Por otro lado, sabe contrastar toda esa procesión de suposiciones y mal rollo con unas escenas brutales, pocas pero potentes y que llevan momentos claves de la acción. Momentos como el de la gaviota o toda la parte del saboteo al bote (y la causa del mismo) son momentos de una fuerza y una crudeza brutales, cuando ya no de horrores puramente cósmicos. Es como si vas a un concierto de música clásica y que Slipknot empiece a tocar de improviso.

    Eggers crea una atmósfera a la que ya nos tiene acostumbrados, esa duda constante entre si lo que estamos viendo es producto de la imaginación de los personajes (en La Bruja, fruto de su fanatismo religioso, aquí fruto de la demencia y la soledad) o si, por el contrario, se están enfrentando a algo superior, algo místico y tenebroso. Al igual que en su otra cinta, Eggers va decantando la historia poco a poco hacia su lado más sobrenatural y terrorífico sin dejar de lado ese ambiente de paranoia y locura. En esta cinta identificarlo es más complicado. Juega mucho más con la locura más absoluta y quizás pueda parecer que no da respuestas tan claras como en su otra cinta, pero no es el caso. Reconozco que no es tarea fácil, Eggers es un narrador ambiguo y nunca da respuestas concretas, pero eso no significa que no estén. Con calma nos va guiando a una espiral de locura en la que objetos malditos van tomando un plantel de enorme importancia mucho antes de que la locura agarre a los protagonistas. Una historia en la que se van entremezclando extrañas entidades marinas y sirenas en su faceta más exagerada y horripilante, con un fetiche por el sexo y unos planos de vaginas monstruosas que demuestran el fruto de los miedos de Lovecraft, crustáceos, peces y formas femeninas todo mezclado para hacernos entender un poco más al autor en el que esta película se basa fuertemente. Además, después de ese final creo que no cabía duda alguna.

Teme a los monstruos, da igual su aspecto.

    Y es que la sexualidad es un tema de incomoda presencia a lo largo de toda la cinta. No solo por los desagradables planos de la genitalia de la sirena, a caballo entre humana y de escualo, no por el sexo con entes que solo son vagamente humanos (otra herencia del maestro de Providence). La tensión sexual entre los dos protagonistas es muy presente desde el principio de la película y se llegara a hacer dolorosamente patente. Todos sus juegos para ocultar una homosexualidad creciente, los juegos maquiavélicos de poder y al falta de aceptación hacia uno mismo serán temas focales para desarrollar la personalidad de los protagonistas. Sin contar con las escenas más intimas, donde llega a haber momentos verdaderamente en la línea de lo sexual. No tuvimos una escena de sexo homosexual por el pelo de una mosca. Aunque, de nuevo, más que sobre su sexualidad esta película se mueve mucho hacia como la ocultan, como muchos de los conflictos y de peleas que tienen entre ellos son fruto de esto. Una aproximación muy interesante de lo bien que la sexualidad y la homosexualidad encajan en el tema lovecraftiano, como ya exploraba hace pocos años Alan Moore en su cómic Providence (2015-2017)

    Por si no os habíais dado cuenta, el eje central de toda esta cinta son los personajes, por encima de cualquier horror submarino o cultor misterioso. Eggers dibuja a dos personajes hoscos y misteriosos, ambos llenos de secretos e incógnitas. Sorprende como, con dos cánones tan claros de personaje en un espacio tan diminuto y con un reparto tan sumamente reducido el director consigue darnos sorpresas constantemente. Sus historias personales son más complejas de lo que en principio parecen y todo el rato estarán desarrollándose por derroteros cada vez más penumbrosos. Y es que esta película es un descenso a los infiernos, una falta de esperanza constante en la que nunca sabemos del todo quien es quien. Saber quien esta asolado por la locura más transitoria y quien no, como de peliagudos son los secretos que guarda cada uno. ¿Por qué Winslow ha dejado su trabajo para la dura vida del farero sin razón aparente? ¿Por qué Tom no deja subir a nadie a la luz del faro? Estos son, solo por encima, algunos de los misterios que los personajes se traen entre manos. Eggers solo nos responderá a algunas de nuestras incógnitas, dándonos pistas para el resto y dejando que nosotros unamos los puntos como nos parezca. Aunque las preguntas que si que nos responden serán de una crudeza enorme y nos hará replantearnos la propia trama que hasta ahora habíamos visto una y otra vez, conforme los personajes vayan deformándose y alejándose de sus estereotipos iniciales.

Locura transitoria.

    Los actores hacen un trabajo excelente apoyando todo esto. Pattinson, para mi sorpresa, se come la pantalla con un papel realmente bien ejecutado donde te crees todo, con unas actuaciones de borracho desesperado que son para darle un aplauso. Y aun así queda eclipsado por un magistral Willem Dafoe que nos meterá de lleno en un personaje a priori estúpido del que dudaremos constantemente de sus intenciones reales, de que sabe y que no y que tiene uno de los monólogos más poderoso de la historia del cine de terror. Los actores se complementan a la perfección y ofrecen una actuación sin tacha que se va deformando y desesperando al ritmo que lo hacen sus personajes. De verdad que, por mucho que lo repita, no lo entenderéis hasta que los veáis en acción. Uno de los dúos más potentes de la historia del cine de género sin duda alguna.


    La ambientación de la película esta hecha de manera fenomenal. El ambiente en el que nos movemos es pequeño pero genialmente recreado y asfixiante. La iluminación esta extremadamente bien conseguida y resalta o empaña a gusto. Casi puede sentirse el frío y la humedad, el mal olor y el sabor desagradable de la comida y el agua. Todo es palpable, al igual que las retorcidas sensaciones que crea cuando aparecen entes sobrenaturales.

    La fotografía es realmente preciosa, con una composición y unos planos que han sido tratados con el mayor de los mimos. Se ha pensado muy bien la composición de cada escena y eso salta a la vista. Las luces y la sombras se contrastan a la perfección creando imágenes de una belleza y desolación sobrecogedoras.

Grandiosa fotografía.
    La banda sonora es gloriosa. Unos tonos poderosos y continuos que revuelven el estómago junto con sonidos de fondos cada vez más monstruosos, siempre de fondo pero siempre presentes, comos si la sirena o lo que quiera que a ella la dirija siempre esta observando los sucesos más tenebrosos. Sin contar con ese sonido potente y estridente como de barco que marca todas y cada una de las escenas donde nuestro protagonista baja un escalón en la larga y empinada escalera de la demencia más absoluta.

    En general estamos ante una película lisérgica y difícil de ver y entender que es, no obstante, una pieza de horror redonda en todos sus aspectos.

    PUNTUACIÓN: 💀💀💀💀💀 (sobresaliente)

    Sin más espero que os haya gustado la reseña y que me comentéis vuestras propias opiniones en los comentarios. Y no temáis en recomendar más películas para reseñar.

    Nos vemos el próximo viernes.

    Un saludo.

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