Hablemos de ¿Quién puede matar a un niño?, de Narciso Ibañez Serrador (1976)
¡Buenos soleados días a todos! Hoy vamos a hablar de una de las grandes cintas del terror español.
¿Os gustan los niños? Veréis que bien os lo vais a pasar entonces.
Hay películas buenas, películas malas y, después, hay películas que están aparte de todo, películas como ¿Quién puede matar a un niño? Estamos ante una cinta especial, una película difícil de definir y catalogar en un momento en el que ya no es el suyo. Tenemos que meternos dentro de su época dentro de su contexto. Hablamos de un aficionado al cine de terror como era Chicho Ibáñez Serrador, atrapado en un país completamente atrasado y con un desprecio brutal hacia el cine de género, cosa que a día de hoy tampoco es que haya cambiado tanto. En medio de este ambiente de televisión basura, opresión y un pueblo dormido Chicho nos ofrece una de las grandísimas obras del terror español, siendo está la cual, por desgracia, es la primera de una reducidísimo producción que este maestro tuvo. Una película tan gloriosa que llego inspirar al mismísimo maestro del terror de Maine con su relato de Los Chicos del Maíz, más tarde adaptado a película.
No hace falta mucho para darse cuenta que estamos ante una película especial, pues su mismo inicio nos deja muy claras sus intenciones. Este comienzo es desconcertante, puede incluso parecer un poco alargado, llegando a causar verdadera incomodidad. Nos encontramos ante una serie larguísima de imágenes reales de atroces guerras y un pequeño texto que nos dice las atrocidades causadas a niños. Este inicio, para mí, es uno de los más legendarios de la historia del cine de horror, inesperado, inteligente y de un macabro que podría ser considerarse el legendario para esa época, cosa que por cierto volveremos más adelante.
Como dirían en una de mis películas favoritas: puto enano coñón. |
Estamos ante una cinta cuajada fuego muy lento, que prefiere sugerir antes que contar, dejando muchísimas cosas al aire. La película se mueve entre un horror fantástico un tanto surrealista y una metáfora andante, en el que el autor considera que somos lo suficientemente inteligentes para aceptar que algunas preguntas no tienen respuesta y para discernir otras nosotros mismos, gracias a una narrativa visual increíble que nos va dejando pistas de cosas que va a ocurrir en la película, a veces llegando incluso a referencias elementos del final al principio con una sutileza digna de más de un revisionado. Está lleno de una fotografía preciosa que usa mucha luz natural y que elevaría el término terror a plena luz del día mucho antes que cintas mucho más conocidas y nuevas como Midsommar.
No es por supuesto una cinta perfecta. Tiene unas actuaciones un tanto desconcertantes, al menos a ratos, cosa que es especialmente triste dado que sabemos que Chicho estuvo a punto de conseguir al mismísimo Anthony Hopkins como su protagonista. Además, el devenir de la cinta a veces se hace un tanto demasiado lento, lo cual si bien puede ayudar al desarrollo de sus personajes, también es cierto que llega a jugar de manera ostensible contra su ritmo. No obstante, no es nada comparado con otros muchos aciertos, como la gloriosa dirección que mantiene en tensión al espectador durante todo el film. Para destacar, esos planos tan largos sin cortes para mantener constante la angustia en el espectador. Muchos de ellos apuntan directamente a la cara del protagonista y siguen sus pasos, de modo que nunca sabemos que es lo que le espera delante, creando así una suerte de primera persona tan realista como asfixiante. De este modo, crea una sensación de incertidumbre en el espectador similar a la que el personaje tiene.
La catarsis |
Sin embargo, todas las virtudes quedan pequeñas en comparación a la que, para mí, es la más grande de todas: su representación de la violencia. Al final del día, está película va sobre violencia. Sobre violencia contra los niños, sobre lo innecesaria de ella, sobre lo atávica a nuestra naturaleza, sobre las guerras y sobre la venganza, esta última encendida casi como una fuerza misma de la creación. Para la película surgida en la época convulsa en la que surge y en la en el lugar concreto en el que aparece, la violencia es bastante explícita, sin llegar al punto de la diversión morbosa, siempre incómoda y seca.
Es una violencia bestial y sin piedad qué duele en todo momento, llegando a abrazar el género del terror más retorcido, como esa escena en la que tienes a un bebé no nato desgarrando a su madre por dentro, sin olvidar la legendaria escena del tiroteo a los niños, explícita, de día y sin ningún tipo de piedad, llevando hasta una carnicería infantil completamente desesperada que aumenta la brutalidad y el salvajismo de las escenas. Todo esto con el mérito añadido de no caer en ningún momento en el abuso de los tripástico y sanguinolento, Chicho busca un impacto mucho más profundo en el espectador, algo más psicológico e incluso filosófico que simple sangre y caras torcidas del asco.
Quién puede matar a un niño es, sin duda alguna, una de las obras magnas del cine de terror español, una influencia indudable en cine internacional y todo un referente del género muy a revindicar.
PUNTUACION: 💀💀💀💀 (muy buena)
Quizás quieras corregir:
ResponderEliminar"que lavandería el término terror"
Elevaría?
El maldito autocorrector y sus erratas.... ¡Muchas gracias por avisar!
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