Hablemos de Dog Soldiers, de Neil Marshall (2002)

 ¡Buenas y oscuras noches a todos! Hoy vengo con una cinta de hombres lobo deliciosa. ¡Vamos a ello!


El terror me gusta por muchas razones, y quizás una de las más destacables sea su habilidad para mezclarse con otros géneros. Consigue el mismo efecto desviándose hacia el género más fantástico depravado y lisérgico qué virando hacia el realismo más cáustico y crudo. Tanto es así que incluso consigue amoldarse a la tensión y la actividad constante de la acción y, así como a su antagónico total: la comedia. Esto es muy interesante, dado que el terror, casi más que un género, es un sentimiento inspirado por una serie de elementos que cohesionan entre sí. Precisamente por eso el terror funciona tan bien incluso con cosas con las que parecería que en principio no debería casar. Y es, concretamente, con estos dos últimos qie estaba antes, acción y comedia, son los que nos vamos a mover hoy, porque el genial Neil Marshall consigue mezclarlos a la perfección en una cinta de licántropos suprema.

Desgranemos estos tres grandes pilares poco a poco.

Digo que el elemento comédico tiene importancia y encaja bien a pesar (o debido a) del argumento un tanto pulp, pero siempre serio gracias a una narración rápida y un ritmo ágil. A esto se añade que se apoya también mucho en su aspecto de cine de acción, con unos personajes completamente depravados y que logran ser excéntricos sin llegar al ridículo absoluto, consiguiendo hacer de funambulista una línea muy delgada y borrosa entre la diversión y la empatía. Lo suficientemente irreales para que nos hagan gracias, pero no lo suficiente como para que nos saquen del ambiente tenso y que dejemos de temer por sus vidas. Además, la comedia se aleja del slapstick y de cualquier tipo de comedia ridícula o situacional y tiende a centrarse mucho más en unos personajes completamente delirantes sacados de un cómic de los 90, muy parecido a el caso de Blood Vessel. Es una manera muy inteligente de divertir, desarrollar a los personajes y rebajar un poco el tono (para no ahogarnos en su agitación) y hacernos empatizar con ellos todo a la vez, sin caer en la degradación típica de película Marvel.

Los susodichos colgaos


Pero es que no solo estamos hablando de una cinta divertida, también estamos hablando de una tensa película de acción. Unos soldados sin prácticamente ningún tipo de armamento en una cabaña aislada en un bosque rodeado de enemigos que los superan ampliamente en calidad, al más puro estilo de película de Carpenter. La tensión que nos genera la muy presente y real sensación de peligro. El miedo de perder a cualquiera de nuestros carismáticos protagonistas se ve remarcado por el uso de la sangre y el gore, no excesivo pero sí adecuado, para la brutalidad de la situación, sin necesidad de enseñar tripas cada 2 minutos pero sin el miedo de mostrarlas colgando si es necesario, usando así el gore con un propósito narrativo más allá el típico shock por el shock. Además, las situaciones de acción son variadas, usando desde rifles de asalto, espadas, utensilios de cocina, vajillas de todo tipo y los propios puños para luchar contra algunos de los licántropos más absolutamente bestiales de la historia del cine (que luego llego eso). Está variedad ayuda huir de uno de los mayores enemigos del cine de acción que es, a la vez, uno de sus pecados más comunes: la monotonía. Esto vuelve cada sensación, no solo algo de tensión narrativa, sino también un exquisito plato degustación visual, una desesperada orgía sanguinolenta por sobrevivir unas horas más.

Y, obviamente, me dejó lo mejor para el final. Llegando al tercer y más grueso pilar de la cinta, el que lo sostiene todo: el terror. Y es que, si la ambientación asquerosa, nocturna, fría y despiadada no os dicen lo suficiente, ni tampoco alguno de sus despiadados villanos humanos, deberíais sin ningún atisbo de duda ser bastanate evidente con los monstruos. El mayor logro de la cinta es crear unas criaturas absolutamente fabulosas y  pavorosas qué logran poner los dos  elementos que podrían lastrar la cinta a su total servicio y disfrute.

 
Decidme que no, anda, a ver si sois capaces.


Y es que contamos con el mejor monstruo clásico del cine terror: el licántropo. Unos hombres lobo enormes y completamente hechos con efectos especiales tradicionales, unos  monstruosos crueles y con un diseño lobuno sin olvidar la parte humana que los hace algo sacado de la pesadilla tormentosa de Charles Maturin, cuando no casi una reimaginación del mito del hombre lobo por parte de alguno de los maestros de la nueva carne. El cuidado que el director tiene entre enseñarte lo justo para emocionarte y asustarte a partes iguales y, por otro lado, no enseñarte suficiente como para que pueda estar totalmente seguro de lo que estás viendo hasta el mismo final, vuelve a estas criaturas la clave de los tan cuidados enfrentamientos. Los licántropos nos mantendrán en tensión durante toda la cinta. Quizás descuidan el aspecto de la transformación, un elemento que me parece cabal en el cine de hombres lobo pero, dado a que la mayoría de hombres lobos aparecen ya transformados desde el principio de la cinta, queda como un error menor una nota a pie de página dentro de una cinta maravillosa.

Si a todo esto le unes un reparto que fácilmente se le nota que disfruta de cada minuto de grabación y un director que sabe manejarlo a la perfección, sabiendo que enseñarte y que no y cuando hacerlo, con una dirección un tanto sucia pero no descuidada, obtienes una cinta de terror polivalente divertida y total imprescindible en el cine licántropo.

PUNTUACIÓN: 💀💀💀💀💀 (sobresaliente)

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